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domingo, 14 de octubre de 2012

“Normas que dicta la sociedad”

Toda mi vida se ha tornado en base a los deseos que tengo por conseguir muchas cosas. Cosas, que sin duda han ido manipulando mi modo de actuar, y, que a su vez, han ido dejando atrás todos esos momentos de infancia y estupidez.

Es obvio, que muchos de los adolescentes anticipamos y nos imaginamos cosas a futuro. Claro, cosas a nuestra conveniencia. Pero que al fin y al cabo forman parte de nuestra vida cotidiana.

Sé, que siendo joven no es difícil tomar ciertas decisiones. Pero la mayoría de nosotros nos precipitamos, y, sin pensarlo mucho, (como se debería). Optamos por conducirnos hacia esos caminos, que a la larga, nos llevan a cometer una ilimitada serie de locuras, las cuales no comprendemos hasta que se es demasiado tarde.

Y, Hablando de locuras. ¿Saben como les llaman nuestros padres a estas?, les llaman: “errores”. Y peor aún. ¿Saben que pasa si tú como chavo cometes un error?, quedas marcado de por vida. Claro, esto según ellos. Y bueno, no es que no les de la razón. Y si, lo cierto es que son sucesos que te dejan huella. Pero no como ellos te lo hacen creer, si no como tú los quieras ver.

Se preguntarán a donde quiero llegar con esto. Mi finalidad es que ustedes puedan entender las cosas que han ido transformando mi existencia.

Para empezar deben saber que yo siempre tuve la idea de manejar mi vida rigiéndome “bajo las normas que dicta la sociedad”, (esto por así decirlo). Y por lógica, lo anterior implicaba ser una niña bien portada, estudiosa y ante todo responsable. Todo eso, aunque muchos no lo crean, lo logré. Hasta que un día; no se ni como ni porque;  llegó a mi mente esta idea: ¿Por qué me abstengo de tantas cosas? ¿Qué pasaría si dejara de actuar como lo hago?, por supuesto que nunca lo pensé en sentido de destruir todos mis logros. Más bien fue en sentido de hacer repelar a esa gente que se rige bajo prejuicios.

Y ya conduciéndome así, lo primero fue; irme de pinta, puesto que era algo que siempre había tenido ganas de hacer; simple y sencillamente por saber que se sentía. ¿Y adivinen que paso?, pues que me descubren. Tal vez piensen: ¡que pendeja!, e igual y tienen razón. Pero reconsideren que en sí, nunca había hecho, nada, nadita que ameritara un gran regaño.

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